Ya
he despegado, de nuevo empieza a desplegarse el cordón umbilical que
me une a esta maravillosa tierra, Kenya. Estos días en Maasai Mara
han resultado ser otra vez más, excepcionales e inolvidables, muchas
aventuras se han sucedido en el Cheetah, y como no, me llevo más
dosis corriendo por mis venas de este veneno que es el Mal de África,
esa necesidad vital de retornar, un deseo incontrolable e irrefrenable de volver, sientes la
llamada de la Madre Tierra... para siempre regresar y poder así saciar esta sed
de África.
Escuchar
los sonidos penetrantes de la noche desde la tienda y despertar con
los rayos del sol es algo que no tiene precio. Buenos días.
Me
voy a la terraza, y aquí está, el gran Mara, hoy se ven los
cocodrilos. Y más allá, la incansable Olololo, característica
colina, es la encargada de situarte en ese cielo teñido por el sol y
las nubes. Cuando ves Olololo ya sabes que llegas, ya estás por fin.
Ahora disfruta y déjate llevar, África sabe.
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