kenyacubaparis

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miércoles, 13 de marzo de 2013

Un día para no olvidar, un día en Maasai Mara.

Despertar con el canto de los pajarillos y los rayos de sol entrando en tu tienda, apartar la mosquitera y otro día más por delante, otro día más en Maasai Mara, en África.

Desayuno con los sonidos de los hipopótamos de fondo a las orillas del gran Mara y Olololo más allá. La mágica compañía de un maasai, los pobladores de Maasai Mara, guerreros antiguos de hoy.

 

Todo en marcha, nos ponemos en camino para ver las asombrosas sorpresas que te depara la sabana. Todo son colores, olores y sonidos. Una carraca en lo alto de una acacia, verdes, lilas y azules. 
 

Seguimos, de pronto entre arbustos, una familia de leones, madres y crías, y en otro dos grandes machos de gran melena, amarillos, verdes y marrones.


Más, recorremos la sabana, el sol es intenso, el baile de una pareja de elegantes Secretarios en busca de alimento, grises y negros.


Y pasando por la guarida de las hienas unos cachorrillos de diferentes edades nos sorprenden, uno de ellos, el más avispado se acerca al Land Rover y empieza a mordisquear la rueda, pequeño gran animal, grises, marrones y verdes.



Recorremos camino, y de pronto una gueparda con su cría, acaban de cazar una presa y raudos se la están comiendo, bajo la atenta mirada de los buitres a la espera de que los primeros acaben, amarillos, negros y marrones.


A la derecha 3 grullas alzan el vuelo, detrás los impalas corren, naranjas, marrones, rojos, grises y blancos.


Llegamos a un punto del Mara, recurrente en la Gran Migración, espectáculo sin comparación. Allí están, majestuosos y antiguos seres, los cocodrilos del Mara, reposando en la orilla bajo los rayos del Sol, verdes, grises y marrones.


Coche listo y techo recogido, brisa en la cara, planicies repletas de algún ñu solitario, cebras y gacelas, todos ellos sobre la alfombra de pasto que de ella se alimentan y algunos corren, verdes, negros, blancos, amarillos, marrones, naranjas. En grupos y sobre pequeñas colinas encontramos a los topis y algún que otro kongoni, marrones, grises y ocres.


Avanzamos y encontramos a una leona, se ha separado del grupo en busca de una presa; y mientras ésta se alimenta, un grupo de hienas entra en escena para imponerse con la presa, las cebras observan con en la distancia, marrones, negros, amarillos, blancos...


A lo lejos un grupo de elands, hembras en su mayoría y una de ellas es una cría, corren en el momento en que nos ven.


De pronto el cielo hace entrever que se avecina una tormenta, azules, grises, amarillos. 
 

Continuamos y un grupo de leonas con sus pequeños nos sorprenden parar mientras engullen su presa, en este caso un búfalo, empiezan los primeros rayos, azules, grises, verdes, marrones, amarillos... 
 

Y como era de esperar empiezan a caer las primeras gotas, en cuestión de segundos se convierten en una lluvia torrencial, huele a tierra mojada, grises, verdes y azules. Y de la misma manera que empieza, la tormenta pone fin al cielo encapotado, las nubes empiezan a dispersarse, y el sol se deja entrever, está bajo, la luz es perfecta, el camino está húmedo. 
 

Reanudamos la marcha hasta que nos paramos en medio de una gran manada de búfalos, naranjas, verdes, grises, rosas, rojos, negros, marrones... el sol va cayendo cada vez más. 
 

Avanzamos, y de repente, tras una isleta de arbustos, el leopardo, nos acercamos, y se levanta, le acompañamos en su marcha, a lo lejos, ñues y topis lo vigilan. 
 

El sol, cae y cae, el atardecer se hace cada vez más con el ambiente, la estampa es increíble, inolvidable, rojos, rosas, negros, grises, azules, naranjas... Y el sol al final se pone, continuamos con el leopardo su camino hasta que este decide adentrarse en la maleza, seguido por su instinto para la búsqueda de una posible presa. Se hace la noche, negro.


Continuamos y nos encontramos con un grupo de leones, se inicia la búsqueda de la presa, pasan un grupo de impalas que se dan cuenta de la presencia de la manada de leones, siguen, y al fin persiguen y atrapan a una gacela.



Es el momento de iniciar la vuelta a casa, seguimos los caminos, ojillos a cada lado nos observan... y ya llegamos, ahí estan, los maasais nos están esperando para darnos la bienvenida. Descargo y ducha revitalizante. Seguido, hacia la barra a reunirme con todos para comentar el día que ha acontecido y ver las fotos con un refresco en mano. A continuación, a la mesa delante de la chimenea, el calor del fuego se impregna en la atmósfera y cenamos. Todo es insuperable.


Charlamos y reímos, los minutos pasan, es el momento de ir a dormir, los askaris nos acompañan y la luna llena nos ilumina el camino hacia las tiendas. Todo está preparado para meterse en la cama, mosquitera, bolsa de agua caliente, candiles repartidos... me pongo el pijama y a la cama, éste es el momento de empezar a dar cuenta del día pasado y del lugar en el que estoy. Y con el sonido de la noche de fondo el sueño se apodera de mí, mañana más, buenas noches.








(Este relato está basado en experiencias reales vividas a lo largo de una estancia en Cheetah Tented Camp en enero de 2013)


2 comentarios:

  1. Hola Clara
    Me encantan tus fotos y como transmites tus vivencias. Muchas gracias por compartirlas y hacerme sentir como si estuviera ahí.
    Saludos

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  2. Muchas gracias por tu comentario Adrià, lo escribo tal cual lo pienso!

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